Cuando pensamos en cuáles son los aspectos relevantes para abordar la Educación Sexual Integral en la escuela, las prácticas y experiencias nos indican que no hay una receta para hacerlo. Sin embargo, el análisis de experiencias significativas nos permite identificar posibles recorridos y estrategias. En este sentido, presentamos algunas reflexiones y sugerencias que pueden ayudar a que cada institución encuentre sus caminos para iniciar, desarrollar, potenciar y/o fortalecer el trabajo de la ESI.

1• La reflexión sobre nosotrxs mismxs.

Refiere a lo que nos sucede como docentes con la sexualidad y la educación sexual . Ya que, cuando enseñamos, siempre ponemos en juego lo que pensamos, sentimos y creemos . Esta puerta apunta a la importancia de revisar nuestros supuestos y posicionamientos para poder corrernos de nuestra opinión personal. La educación sexual se juega en nuestra práctica docente a toda hora y en todo lugar. Nuestras propias valoraciones, nuestras ideas y nuestra propia historia están siempre presentes en cada acto pedagógico . La mejor manera de abordar estas representaciones es a través del diálogo entre las personas adultas; poner en común estas cuestiones y discutirlas en un clima de confianza, teniendo en cuenta los cambios operados en las adolescencias en los últimos años, sobre todo a partir del uso de las nuevas tecnologías y los movimientos cada vez más consistentes de empoderamiento de las mujeres frente a la violencia de género.
La escuela podrá avanzar en este sentido si se problematiza la idea de que la educación es un “espacio neutro” desde el punto de vista del género y la sexualidad, si se habilitan espacios de debate y reflexión donde las y los docentes se puedan acompañar para que sus prácticas sean cada vez más democráticas en un sentido inclusivo e igualitario.

2• El desarrollo curricular de la ESI.

Los Lineamientos curriculares de ESI (sintetizados en los NAP de la ESI, Resolución N° 340/18) establecen qué enseñar de manera sistemática en las aulas. Sin embargo, también es preciso pensar cómo abordar los temas de Educación Sexual Integral en forma transversal, desde los distintos grados y áreas, incluyendo sus contenidos en proyectos de aula realizados entre distintas áreas o bien en los proyectos desarrollados por ciclo. También implica la posibilidad de contar con espacios y tiempos para reflexionar y planificar, e ir reconociendo las necesidades de acceder a recursos didácticos y capacitaciones.
Algunas buenas experiencias de Educación Sexual Integral muestran que es necesario que muchos de los actores de la escuela —docentes especiales, bibliotecarios y bibliotecarias, personal administrativo y equipo de conducción— se involucren y participen de las acciones de la manera más activa posible.

3• La organización de la vida cotidiana institucional.

Si reconocemos que las regulaciones, prácticas y rituales que constituyen la cultura institucional también “enseñan” la mirada que tiene la escuela sobre la sexualidad, es preciso revisar estas prácticas desde el enfoque de derechos, de género y de diversidad propios de la ESI. Para reflexionar sobre esta dimensión, un ejercicio interesante puede ser identificar en el ámbito escolar aquellos gestos, costumbres, rutinas en las que se pongan en juego roles de género estereotipados, y al mismo tiempo pensar en cómo podríamos desandar ese camino. También podríamos trasladarnos por un instante a la sala de profesores o maestros y recordar comentarios, chistes o expresiones que allí circulan en los que se manifiestan formas de discriminación por apariencia física o por vestimenta, tatuajes, piercings, no solo con relación a los y las estudiantes sino en relación con los y las colegas. O pensemos en las sanciones que se aplican a varones y mujeres por “problemas de conducta”: ¿se aplican del mismo modo a ellas y a ellos? Revisar y transformar las acciones, los discursos y las costumbres escolares que puedan ser injustas o desigualitarias es un objetivo indispensable para la escuela.

4• La actuación frente a episodios que irrumpen en la escuela.

Estos episodios se pueden constituir como situaciones o eventos conflictivos entre estudiantes o con personas adultas de la escuela, o bien se manifiestan como demanda del estudiantado para trabajar sobre determinados temas que la escuela habitualmente no aborda. En todos los casos, es deseable que el equipo de conducción, docentes, tutores/as, etc. se detengan a repensar las estrategias de acción para convertir esas situaciones en oportunidades de aprendizaje.

5• La relación entre la escuela, las familias y la comunidad.

En esta puerta se incluyen también otras instituciones del Estado y organizaciones de la sociedad civil . Es importante reconocer que la se-xualidad es una realidad humana tan compleja que no se agota en la escuela. Por el contrario, hay una multiplicidad de instituciones que intervienen en este campo: salud, desarrollo social, justicia, derechos humanos, seguridad, y muchas organizaciones de la sociedad civil que aportan saberes y experiencia.
Asimismo, es preciso que las familias estén informadas sobre el marco normativo vigente que garantiza los derechos de las y los niñas/os y adolescentes, y que se las pueda incluir en un diálogo que lleve a reflexionar sobre el lugar de los adultos en la vida de chicas y chicos. Es importante habilitar el acercamiento entre la escuela y las familias para tematizar estas cuestiones con una mirada amplia y respetuosa por la diversidad de configuraciones familiares e identidades de género, que permitan tanto a las escuelas como a las familias enriquecer la mirada en un marco de garantías por los derechos humanos de todos y todas. Las actividades pedagógicas propuestas durante el año en la escuela o en el desarrollo de las Jornadas “Educar en Igualdad” pueden pasar a ser una excelente oportunidad de invitación para la participación de las familias y de otras organizaciones del barrio o de la comunidad con incumbencia en la temática.